Venezuela y su dilema cambiario. Parte 2
En un mercado paralelo en el que la demanda por divisas era algo ya rayando en lo patológico, la toma de decisiones por parte de las autoridades de flexibilizar no digamos la tasa de cambio, la cual llegará a su equilibrio natural propio una vez devuelta la cordura al mercado, sino el propio acceso de ciudadanos y empresas a la divisa per se, lo cual se habría constituido en la principal traba impuesta por las cúpulas gubernamentales bajo la premisa de evitar la fuga de capitales. Podríamos llegar a especular que tal vez (siempre en el terreno de las posibilidades) las autoridades correspondientes finalmente llegaron a la conclusión de que si existe una plataforma legal tal que genere la confianza necesaria para producir un flujo de capitales hacia el país en forma de inversión, la así llamada fuga de capitales no será tan grave como un país en el que no existe ingreso de capital por este concepto sino únicamente por una renta, en este caso la petrolera.
Y es que en cuestión de pocos días el dólar paralelo ha bajado de una meseta en que cotizaba a más de 80 BsF, a valores cercanos a los 70 BsF, con una marcada tendencia a la baja. Existen otros factores de interés, como las dificultades de acceso a la ciudad de Cúcuta (conocido centro de intercambio de monedas en Colombia) por los problemas recientes en el Estado venezolano del Táchira, que hace frontera con Colombia, lo que pareciera haber incidido también de forma positiva en el descenso de esta razón de cambio al impedir la especulación allende las fronteras venezolanas.
Podríamos concluir que está en vías de normalizarse el prolongado dilema cambiario de Venezuela, esperemos que las autoridades mantengan esa voluntad de mejorar el turbio clima de la economía venezolana y no sea una decisión meramente política para tratar de enfriar una situación potencialmente volátil.