Dennis y Eckhardt – Trabajo en equipo.
Dennis y Eckhardt compartían una interesante relación simbiótica. Mucho del desarrollo del sistema no era necesariamente de Richard. Era un trabajo en conjunto. Definitivamente, Eckhardt tiene un merecido crédito por el programa de las tortugas, como codesarrollador y co-entrenador. El programa no hubiera existido sin la participación de ambos; ni sus valiosas enseñanzas tampoco: es posible aprender a tradear como verdaderos profesionales, con el entrenamiento adecuado, sin siquiera haber recibido nunca instrucción formal, sino con el arreglo sicológico necesario. No obstante el aporte de Bill fue muy pesado en el trabajo matemático del desarrollo del sistema, aunque no tenía la genialidad de Dennis para hacer trading.
Hasta la actualidad, Eckhardt ha tenido una fabulosa carrera como trader. Ha alcanzado tanta prosperidad como Dennis; su fondo está ahora cerca de los $800 millones. Incluso aunque comenzaron a operar juntos, Dennis fue quien hizo fortuna, y Eckhardt fue la “tortuga original” que aprendió de él; de acuerdo a Mike Shannon, Richard tenía una ventaja considerable con respecto a Bill en términos de riqueza y experiencia como operador, en tanto que Bill era más inclinado en aquel tiempo a la búsqueda intelectual del concepto de trading, más que en la consecución de serias ganancias financieras. Aunque con el tiempo, Bill asumió que tenía que conseguir un balance entre el objetivo de negocios y esa búsqueda intelectual pura. Luego de que también aceptó haber perdido el desafío, en el cual según él no era posible enseñarle a “chicos de la calle” a hacer trading profesional, mencionó que hasta ver los resultados del experimento, siempre creyó que había “algo” que tenían los traders que no podía ser encapsulado en un programa mecánico. Y también descartó que ese éxito se hubiera debido a la mera suerte, como algunos detractores quisieron hacer.
El sistema de Dennis y Bill trabajaba año tras año. Fue enseñado a otros, y también funcionó para ésos. Trabajaron con dinero ajeno, y siguió funcionando. Como matemático, determinó que la posibilidad de que los resultados fueran fortuitos era infinitesimalmente pequeña. Tampoco el teorema del mono que, sentado ante una máquina de escribir golpeando el teclado, podría llegar a escribir las obras de Shakespeare, era aplicable a este caso, como otros detractores quieren hacer ver aún. E incluso algunos críticos se lo atribuyen a la cuidadosa selección de estudiantes sumamente inteligentes: uno de ellos era capaz de jugar al ajedrez con los ojos vendados contra cinco personas al mismo tiempo y vencerlos rápidamente.
Pero Eckhardt no estaba de acuerdo, diciendo que no había mucha correlación entre un buen trading y la inteligencia: gente destacadamente inteligente era pésima haciendo trading. Según él, con una inteligencia promedio era suficiente; más allá de eso, es la configuración emocional lo importante. Y como todo en la vida, la mayoría de la gente sabe qué es lo que debe hacerse, pero no lo hacen.