David y Goliat. Parte 1.
En este artículo quisiera elevar un poco las expectativas de aquellos traders solitarios que puedan haber llegado a pensar que, por carecer de herramientas o por no ser pertenecientes a una corporación, están en desventaja frente a los operadores profesionales.
Para los que ya tenemos un tiempo incursionando en esta área, sabemos que existe una línea de pensamiento, que se corresponde con la idea de que los administradores de grandes fondos están en una posición mucho más favorable en relación al inversor individual. Lógicamente existen una que otra diferencia importante, especialmente por los recursos tecnológicos y financieros con que cuentan los profesionales; en tanto que los “otros” tienen la ventaja de que pueden sacar provecho de una mayor flexibilidad y capacidad para poder capitalizar oportunidades estratégicas a largo plazo.
Hay que reconocerlo; una de las principales diferencias entre ambos está vinculada con que se cuente con los conocimientos, con la educación y disciplina necesarias para la toma de decisiones a la hora de realizar operaciones inteligentes.
Estas carencias pueden llevar a errores muy costosos; y por razones de “tamaño” esta problemática es más habitual entre operadores individuales que entre gestores profesionales. Por eso, es imprescindible contar con una sólida base antes de pretender siquiera ponerse a competir con los otros.
Lógicamente los operadores profesionales hacen gala de ciertas ventajas importantes, cuando se analizan determinada clase de operaciones altamente sofisticadas en las cuales el acceso a tecnologías complejas resulta muy importante y genera resultados muy positivos.
Por ejemplo, en el trading de alta frecuencia se llevan a cabo transacciones en base a datos que deben procesarse en fracciones de segundos; para ello se requiere una variedad de recursos tecnológicos que normalmente no están disponibles para los inversores individuales.
Pero no todo es tan malo para nuestro pequeño inversor: la flexibilidad es una herramienta clave a la hora de poder anticiparse a las tendencias y poder capitalizar así oportunidades que puedan producirse en los mercados. Con esta perspectiva, los pequeños operadores sí que están en una posición ventajosa frente a los profesionales, ya que éstos ven sus grados de libertad restringidos por reglamentos y parámetros establecidos: muchos fondos comunes pueden únicamente invertir en ciertas y determinadas clases de activos ,o incluso de regiones geográficas; esto reduce enormemente su capacidad para sacar provecho de las oportunidades que se puedan producir en determinado momento.
Pero nuestro pequeño trader puede elegir diferentes tipos de instrumentos: bonos, acciones, materias primas, etc. según el momento, la inspiración del día, la fase lunar, o lo que le parezca razonable para tomar su decisión. Por si fuera poco, dentro de ellos, tienen total libertad de seleccionar determinadas subclases, ya sean papeles de empresas de mercados emergentes o pertenecientes al sector tecnológico.