Cuando perdemos dinero teniendo oro.Parte II
Está claro que pueden existir buenas razones para mantener el oro y otros instrumentos financieros seguros asociados a este metal como activo de reserva; entre éstas, se pueden contar que no tiene riesgo de crédito, es un depósito de valor de largo plazo y consiste en un refugio seguro históricamente, desde la tradición de los bancos centrales. Y si recordamos lo que pasó en 2008, más razonable aún resulta. La interrogante de mayor relevancia, pasa a ser entonces no la presencia del oro en las reservas, sino a cuantificar: en qué proporción lo vamos a considerar?.
Esa respuesta podría tener dramáticas consecuencias al sobreestimar el oro más allá de los límites de la prudencia, como ocurrió en el caso venezolano.
Se tomó la decisión soberana de que el banco central movilizara las reservas del banco central lejos del dólar norteamericano (dadas las tensiones políticas entre ambos países, y viendo el ejemplo de Libia este movimiento no fue del todo descabellado, desde el punto de vista estratégico), y así el BC terminó con una acumulación del 68,9% en oro. Esta proporción (que es la más alta en Latinoamérica) causa serios problemas de liquidez y ha resultado, paradójicamente en fuente de cuantiosas pérdidas. Incluso, si el manejo macroeconómico estuviera ajustado a los mejores estándares, la concentración de las reservas internacionales le habría costado a la nación venezolana US$4,9 mil millones: cerca de la quinta parte de todos sus activos de reserva, perdidos en un solo año.
Los enfoques tradicionales para el establecimiento de un portafolio, en que tanto la estabilidad de la volatilidad como de las correlaciones se daban por hecho, ya no es suficiente aparentemente. Pero permanece en pie la regla más esencial: diversificar activos es el instrumento más básico y menos oneroso de mejorar la relación retorno-riesgo, y de evitar pérdidas patrimoniales tan especialmente sensibles, cuando se trata de fondos públicos.