ESCUELA ECONÓMICA AUSTRIACA
La Escuela Austríaca se originó en Viena en 1871 con la publicación de Principios de Economía de Carl Menger. Se trata de una posición basada principalmente en el individualismo metodológico y en el subjetivismo. Sus recomendaciones de política económica suelen ser anti-intervencionistas, es decir que están en contra de la intervención estatal en la economía.
La base de la Escuela Austríaca es el individualismo metodológico, es decir, que todos los fenómenos sociales son explicables por las acciones de los individuos. Siguiendo dicho método, rechazan la matemática dentro de la economía y el empirismo, optando por realizar deducciones a partir de hechos irrefutables. A este método, desarrollado por Ludwig von Mises en La Acción Humana, se lo denomina praxeología. También rechazan la división entre macroeconomía y microeconomía, ya que consideran que la segunda debe explicar la primera. Las conclusiones de la Escuela Austríaca suelen llevar a defender políticas económicas liberales no intervencionistas. Concluyen que el mercado produce y distribuye mejor los recursos que el Estado.
Carl Menger, fundador de la escuela, fue uno de los autores que desarrolló la revolución marginalista. Menger explicó que el valor de un bien dependía de la utilidad que le asignará cada persona. Dicha utilidad es subjetiva y dependerá de la intensidad de las necesidades que desee satisfacer el individuo. Con el desarrollo de la teoría del valor subjetivo se acaba con las distintas teorías del valor objetivo, especialmente con el valor trabajo, base del sistema marxista. Otra aportación, fruto de la constante crítica hacia otras escuelas de pensamiento, es el teorema de la imposibilidad del socialismo, afirmando que este es inviable teóricamente debido a los problemas de información que presenta, los precios recogen una gran cantidad de información individual, subjetiva y tácita sobre las valoraciones de cada individuo que permite guiar la asignación de recursos. Al no existir precios de mercado ni beneficios, los planificadores socialistas no podrán obtener esta información y asignarán recursos de forma inevitablemente ineficiente.