AUTORREGULACIÓN
La autorregulación es la capacidad de una entidad, asociación, organización o institución de regularse a sí misma a través de un control y monitoreo propio. La autorregulación puede tomar distintas formas, desde códigos de conducta de la industria, a reglas técnicas o de mejores prácticas profesionales. El concepto de autorregulación puede ser aplicado a una amplia variedad ámbitos y contextos, por ejemplo, la biología, la psicología, la política, la economía, tecnología, especialmente Internet, finanzas, etc.
Ventajas de la autorregulación:
Labor preventiva: la autorregulación permite prevenir, a través de la educación, código de conductas y otros, que la empresa u organización caiga en una conducta inapropiada o ilícita. Se trata de una respuesta a priori (antes de que un hecho ocurre) en vez de una reacción a posteriori (luego de que la infracción ocurra).
Mayor compromiso: al existir un control que nace de la misma organización, las personas que la integran pueden tener un mayor nivel de compromiso con su cumplimiento.
Mejor información: las empresas pueden aprovechar su mejor información para detectar las áreas en las que se requiere un mayor o menor control. Los reguladores externos en cambio, cuentan con menor información y suelen hacer las normas de acuerdo al promedio o a presunciones generales.
Mayor Flexibilidad: permite que la organización se ajuste más rápidamente a los cambios del medio.
Desventajas de la autorregulación:
Falta de cumplimiento: debido a que no existe un control externo, las organizaciones pueden relajarse y dejar de cumplir adecuadamente sus obligaciones.
Falta de homogeneidad: dado que el control es voluntario no todas las organizaciones se enfrentan a las mismas normas lo que puede derivar en desventajas sobre las que aplican una mayor disciplina.
Insuficiencia: puede que las normas y compromisos adoptados bajo la autorregulación no sean suficientes para cumplir adecuadamente con los derechos de los consumidores u otros aspectos que el regulador busca proteger.