APERTURA ECONÓMICA
La apertura económica es una estrategia mediante la cual los países eliminan o reducen sustancialmente sus barreras al comercio internacional y a la inversión extranjera. Tiene como objetivo reducir las barreras al intercambio de bienes, servicios y capital entre distintos países. La idea es fomentar la libre competencia facilitando la entrada de competidores extranjeros, así como atraer talento, mano de obra e inversiones desde el exterior.
Las características principales de un proceso de apertura económica son las siguientes:
Reducción (usualmente progresiva) de las barreras artificiales al comercio internacional tales como: aranceles, cuotas, regulaciones excesivas, burocracia, prohibiciones, etc. No hay control de precios. El Estado no interviene en la competencia entre productos nacionales y extranjeros Se reducen o eliminan aquellos subsidios o ayudas que buscaban proteger a la industria nacional Se espera un trato recíproco con las contrapartes del comercio exterior, aunque la apertura también puede ser unilateral. En otras palabras, si el país A reduce sus barreas a los productores del país B, usualmente espera un trato recíproco. El Estado tiene un rol subsidiario, esto es, de apoyo o intervención sólo en el caso de que el mercado falle.
La apertura económica puede ser generalizada, enfocada a ciertos mercados, con el resto del mundo o con un grupo de países seleccionados. Esta estrategia tiene diversos beneficios que se derivan de la competencia entre distintos actores a nivel global. De esta forma, la apertura implicaría:
Mayor variedad de productos y opciones para los consumidores Menores precios (resultado de una mayor presión competitiva) Las empresas locales se ven obligadas a ser más competitivas y eficientes El Estado puede redestinar los recursos que utilizaba para proteger la industria nacional a fomentar su eficiencia o a otros grupos más necesitados Hay un uso más eficiente de los recursos a nivel global. Los países pueden aprovechar mejor sus ventajas comparativas