Escándalo en Petrobras. Parte II
La larga lista de acusaciones y revelaciones seguramente traerá serias consecuencias para todos los implicados. Y para terminar de complicar la situación, el acceso de las constructoras acusadas a los mercados de capital ha dejado de ser fácil: OAS, una de las contratistas mencionadas no pudo pagar US$62 millones en deuda local que venció en los primeros días de enero. Y no se queda ahí: el escándalo exhibirá la participación de estas empresas bajo sospecha en los proyectos públicos de infraestructura por US$325.000 millones, construcciones que el país debería acometer lo antes posible.
Y por otra parte las denuncias de corrupción ya están complicando la ejecución de otros proyectos, como los que la petrolera tiene en el Golfo de México y África.
En lo que se refiere al acceso de Petrobras a los mercados internacionales de capital ahora enfrenta un grupo de incógnitas. Con ventas por el orden de US$130.000 millones anuales, con utilidad neta por el orden de US$10.000 millones solamente en 2013, Petrobras se enorgullece de ostentar el título de la mayor empresa de América Latina, pero también es la petrolera más endeudada en el mundo.
Las consecuencias más graves de todo este asunto, son las posibilidades de que la calificación de riesgo de Brasil que se había sostenido desde el gobierno de Lula. Perder esa clasificación de inmediato haría mucho más costoso el acceso a los créditos tanto para el gobierno como para las empresas.
Pero como se aprecia en muchos países de América Latina, el problema más grave no es financiero sino institucional: los desmedidos niveles de corrupción en el gobierno, el Poder Legislativo y los partidos políticos, dificultan la gobernabilidad del país durante años. Tal pareciera que una posible solución pasa por proceder a demoler las instituciones ya dañadas, y posteriormente arremeter con una cruzada fundacional para reconstruir el país desde sus bases.
Recuperar la confianza en su gobierno es algo que Dilma necesita urgentemente si quiere gobernar. Podemos afirmar que, incluso si no se hubiera presentado el escándalo Petrobras, la primera mandataria se enfrenta a un desafío monumental: volver a la senda del crecimiento económico sin un impacto negativo importante en las políticas sociales que habían sacado de la pobreza a 50 millones de brasileños, durante los últimos 15 años.
Amanecerá y veremos!.