07:40
19/04/2012
Dilma acusa que esta situación es un golpe de estado; pero no lo es, y ella lo sabe. Un golpe se efectúa de cara al gobierno, quitándole su poder. Pero la conspiración es una mentira, una narrativa, una ficción implacablemente repetida que se va convirtiendo lentamente en realidad.
Las evidencias indican que el impeachment es parte de una conspiración para sacar a Dilma del poder. La presidenta tiene razones convincentes para asegurar que ha sido víctima de una maniobra en la que participaron miembros del Poder Legislativo, el PMDB y con toda seguridad incluros algunos dirigentes del PT.
No obstante, a pesar de qué tan impredecible pueda verse la política brasileña en estos momentos, no hay golpe de estado, ni amenaza de intervención militar. Sin embargo la crisis tiene un costo político bastante elevado. El impeachment a Dilma Rousseff y el súbito traspaso del poder al gobierno interino de Michel Temer han deteriorado la sana convivencia democrática en primera instancia, por el origen antidemocrático de la conspiración. Y aparte de eso, ha dividido a los brasileños en dos bandos que seguirán siendo enemigos irreconciliables durante años, quizás décadas.
Hay evidencia de la conspiración en cantidad suficiente: el senador Romero Jucá, ministro de planeamiento del nuevo gobierno interino, se vio obligado a renunciar al cargo luego de que se filtró una cinta grabada en marzo, en la que le habla a otro congresista de un pacto para cambiar el gobierno.
La conspiración con toda seguridad, tiene el objetivo tanto de sacar a Dilma del poder como de culparla luego de todo: la recesión, la corrupción, el escándalo Petrobras, hasta de destruir el sueño de Brasil como potencia emergente que había construido Lula, hasta utilizarla como el gran chivo expiatorio de la crisis. No es demasiado difícil tampoco hacer eso: la presidenta ha cometido errores graves; y su obstinación e ideologización es tal que no le permitió aprender de ellos, cometiéndolos de nuevo. Una cosa es opinar que la energía es un derecho, y que debería ser gratis para todos. Pero otra es disminuir arbitrariamente las tarifas eléctricas en un año de sequía, sin siquiera tomar en cuenta que el aumento en el consumo, más la sequía, podían llegar a vaciar las represas hidroeléctricas para el año siguiente.
La economía es el área en donde Dilma ha recibido peores críticas. Desconfiaba de los empresarios, no creía en los mercados, lo que la llevó a intervenirlos donde y cuando no se debía. No obstante su única culpa grave fue aumentar el gasto fiscal, a un exorbitante 10% del PIB. Pero aunque no anticipó la recesión que empezó en 2014, y tampoco supo enfrentarla al presentarse en 2015, no se la puede acusar de haberla originado.
Dilma carece del talento necesario para un jefe de estado. Su carácter es obstinado, no confía, es de mentalidad rígida, no dispone de habilidad para saber cuándo hay que intervenir y cuándo no. Esa falta de flexibilidad le impidió promover las alianzas necesarias; su desconfianza tampoco le generó confianza de sus aliados en ella ni tuvo el carisma para entusiasmar a sus correligionarios, y resultó ser un desastre como administradora.
Most Users Ever Online: 742
Currently Online:
41 Guest(s)
Currently Browsing this Page:
1 Guest(s)
Top Posters:
Member Stats:
Guest Posters: 1
Members: 316
Moderators: 9
Admins: 0
Forum Stats:
Groups: 3
Forums: 8
Topics: 4228
Posts: 8541
Newest Members: Jacktheodore
Moderators: Andres (0), Matias L. (367), Carlos (320), Christina (11), Anna Gorenkova (380), Jose (237), Mauricio Orsini (198), Pablo (186), Catherine Barriga (30)
Administrators: