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La simple mención de los dirigentes políticos en documentos relacionados con empresas offshore es para la ciudadanía una confirmación de lo que siempre han pensado: que los políticos son más ricos de lo que en realidad asumen en público; en que usan la privacidad como una excusa para el ocultamiento de secretos, y que finalmente, simplemente se aprovechan de la gente a quienes dicen representar. Y lo que es peor: que si esos políticos son ricos, personas afluentes, pues más sospechosos aún son. Y hay que reconocerlo: existen no pocos casos en los que la ciudadanía se equivoca. La reacción de esta ciudadanía ante los Papeles de Panamá es exagerada, producto de juicios a la ligera, o de la simple ignorancia y desconocimiento, y eso hace pagar a justos, como David Cameron, por pecadores.

Pero la explicación debería ser más o menos así: la filtración de los papeles del bufete panameño, no hace a la gente preguntarse si las acciones de sus gobernantes, dirigentes empresariales o legisladores fueron o no legales. Y es que la gente piensa que esto no tendría sentido si son justamente los poderosos y afluentes, los millonarios los que redactan las leyes. La peor ofensa al público de las compañía offshore es lo opacas que pueden llegar a ser, el hecho de que sus dueños tienen el derecho de permanecer en el anonimato. Todo esto hace preguntarse a las personas normales cuáles son los razones de que se quieran esconder en la sombra. El secreto bancario ofende por ser eso justamente, que sea secreto.

La divulgación de los nombres no sólo ha deteriorado injustamente la imagen de muchas personas mencionadas, tal como David Cameron o Acurio, sino también a Panamá, país que ha participado en todos los foros e iniciativas multilaterales sobre el tema, ha reformado su legislación y hecho un esfuerzo enorme en pro del establecimiento de normas y regulaciones financieras más estrictas y para aumentar la transparencia, a fin de eliminar las desviaciones que son el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. Como resultado, ya en Panamá no existen las acciones ni bonos al portador; ahora siempre se sabrá a quién pertenece qué…y en qué porcentaje.